El
enemigo triunfaba en algunas batallas, pero no tenía paz ni calma,
porque a su frente y a su retaguardia, se improvisaba la lucha de los
campesinos y de los labradores para hostigarlo permanentemente.
Salta, la histórica línea de combate entre españoles y patriotas, era un
ejemplo vivo de esta lucha de guerrillas, o de “partidarios”, como se
la llamó entonces.
San Martin no solamente aprobó este
tipo de lucha, todavía espontánea, irregular y dispersa, sino que se
esforzó en organizarla en la medida de lo posible, acercándola y
combinándola más con el ejército regular, y tratando de darle un
objetivo común, una línea de operaciones y los mandos superiores
necesarios. Finalmente hizo retirar su vanguardia en dirección a
Tucumán, y encargó a estos bravos guerrilleros, la defensa de todo el
Norte argentino, tarea que supieron cumplir con honor y coraje
memorable.
Al frente de las guerrillas pone a al hombre más
apropiado, el heroico y popular comandante Martín de Güemes, patriota
ejemplar de los días del 25 de mayo.
( Editorial Fundamentos, Buenos Aires, 1950 )
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